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Cuando éramos jóvenes… Entrevista con Quinto Imperio

6 August, 2018

I.

En nuestros años de juventud todos padecimos un momento de desilusión, una pérdida de esperanza al ver que nuestra realidad se mostraba diferente al resultado esperado.

“Cuando éramos jóvenes estuvimos involucrados en las desobediencias civiles del 2010” suspiró Quintiliano Ríos, refiriéndose al arresto de Eddy Domínguez en Washington D.C. dentro del capitolio, en petición a favor del DREAM Act, un fracaso rotundo en la sesión del congreso.

Para ellos, participar en el movimiento fue aquella energía finalmente encontrada. “Sentía que podía tomar acción y que mi voz valía, por lo que comenzamos a tomar riesgos” dijo Adriana Velázquez con una sonrisa nostálgica. “Éramos parte de la lucha e íbamos a cambiar las cosas” recordó Eddy Domínguez, “lo único que necesitábamos era un sueño y ponerle toda nuestra energía y toda nuestra pasión, para poder crear un cambio que nos beneficiara a todos”.

Estos ahora jóvenes adultos iniciaron su camino como activistas y líderes juveniles en la comunidad latina de Back of the Yards y Pilsen a muy temprana edad —21, 17 y 17 respectivamente— al formar una agrupación musical, Quinto Imperio, en su iglesia local; y después, al ingresar al programa de entrenamiento en medios radiofónicos y periodísticos Radio Arte, una iniciativa juvenil del National Museum of Mexican Arts, hoy en día inexistente.

Su recorrido sobrepasa los diez años en la lucha por los derechos de los migrantes en Estados Unidos. Desde el despertar del gigante dormido, las grandes marchas del 2006, justo cuando estos jóvenes estaban a punto de graduarse de High School; pasando por el fracaso rotundo del DREAM Act en la sesión del 2010 del congreso, donde estos fueron parte del liderazgo nacional. Después de la decisión presidencial de Barack Obama al ordenar la Acción Diferida a los Ingresados como Menores (DACA, por sus siglas en inglés), en cuyo programa fueron elegibles, y después de la reciente y abrupta cancelación de dicho programa por la actual presidencia, ellos continúan su lucha, conectando e informando a nichos locales.

II.

Estas tres personas ya no se catalogan como jóvenes propiamente, sino como jóvenes adultos, aunque su camiseta migrante se mantiene intacta. Ríos se sigue considerando indocumentado, como una forma de recordar que DACA no es algo permanente, en cualquier momento lo pueden diluir y ellos seguirán en la misma situación. “No hemos arreglado documentos y somos susceptibles de deportación”, añade con una gran decepción en su tono de voz.

Con la misma tristeza se expresa Domínguez: “Han pasado tantos años y estamos en la misma situación. Aunque nosotros tengamos DACA, muchas de nuestras familias y otros entre nosotros estamos en la misma situación, tal vez hasta peor, porque muchos miembros de nuestra comunidad ahora ya ni siquiera tienen una protección temporal. El avance migratorio es desalentador, especialmente este año parece que hemos retrocedido”.

La realidad los vuelve al momento. Domínguez retoma la amargura de los últimos comentarios. “Mi mente de joven adulto ya es más realista. Vamos a tener que trabajar mucho y tristemente no sabemos en cuantos años se logre un nuevo cambio. Espero llegar a una edad muy avanzada, porque tal vez los cambios que se logren en nuestra generación sean muy pequeños. Aunque me gustaría ser parte de esa victoria, en donde consigamos nuestra meta actual, reunificación de todas las familias”.

 

 

III.

Estos jóvenes adultos miden la temporalidad, el pasar de los años por el trabajo que han desempeñado; las modalidades y plataformas que han utilizado implican una evolución en el protagonismo al que han estado expuestos. Estos jóvenes florecieron y maduraron dentro de los movimientos migratorios, fungiendo roles de liderazgo y como entes creativos.

“Cuando uno deja de ser joven es porque ya tiene responsabilidades, por ejemplo nuestras familias, contribuir en la casa y asegurar su bienestar”, pero aunque Ríos siempre ha estado al tanto de su familia, durante su etapa como joven organizador, su preocupación máxima era completar sus estudios, exponiéndose y retando al sistema para lograr su propósito. “Cuando maduras, tienes que empezar a ver el futuro con incertidumbre, nunca se sabe si algo va pasar mañana, tu familia sufre cuando te expones. Hay que tratar de hacer lo mejor que puedas para el futuro”. A lo anterior, Velázquez respondió con cierto optimismo y seguridad: “Yo empecé a organizar en la comunidad y es incluso lo que estoy haciendo hoy en día como trabajo”.

Una vez que todos ellos dejaron la línea de fuego en la causa pro-derechos de los jóvenes indocumentados, lo nacional ya no fue necesariamente el único enfoque, por lo que se volcaron hacia las estrategias locales. “En lugar de pensar en cómo yo iba a tomar acción, la idea se convirtió en cómo otros jóvenes pueden conectar conmigo y como crear la conexión hacia sí mismos, así surgió la beca de Dreamers and Allies Run” Velázquez concluye, resaltando la importancia de brindar acceso a información ya existente a las generaciones siguientes, creando plataformas para no comenzar de cero.

IV.

La evolución creativa de estos personajes públicos se da dentro del balance entre vida profesional y mundo musical, donde la necesidad y el compromiso se encuentran con la causa, aunque ya no asistan a cada rally, marcha o protesta, los podremos hallar en algún escenario o plataforma pública. “Todos lloramos cuando fue elegido Trump y ese coraje lo hemos estado sintiendo mes tras mes con las diferentes noticias que salen y las constantes injusticias” comenta Velázquez. “Como jóvenes adultos creativos, el hacer una canción sobre el tema de los migrantes, tocar en escenarios públicos y gritar el mensaje, eso es nuestro balance, surgido de una fatalidad y transmitiendo una conexión profunda con la gente”.

Es muy complicado ser la imagen o ser la voz de un movimiento, concebir un diálogo y ser parte de la conversación. Quinto Imperio, más que sentirse representantes del movimiento, se consideran una minúscula pieza del gran rompecabezas que significa ser inmigrante. Su música y sus letras nacen de experiencias propias —tal es el caso de Crónica Migrante o Once upon a Dream— , sanando a través de las arte. “En muchas ocasiones, resulta que otras personas están pasando por una situación similar y se identifican con la música” añade Ríos con un tono alentador. “De alguna manera nuestra música es para darle ánimo a la gente”. Y entre risas, Velázquez completa la idea: “Si otros artistas te hacen sentir amor, tristeza y así, ¿por qué no incrustar sentimientos de justicia y unidad?”

V.

A lo largo de muchas generaciones, los jóvenes han intentado distintas fórmulas para el avance de nuestras sociedades. La creatividad persiste como una constante, como un ciclo de servicio humano que ha impulsado transformaciones históricas. En lo que respecta al activismo juvenil, y específicamente dentro de la problemática migratoria, Quintiliano, Eddy y Adriana fueron impulsados por los conocimientos y las experiencias de otros activistas, aprendiendo a pensar individualmente y en equipo, a dirigir y liderar de forma lineal, a brillar por sus propias aptitudes y habilidades, pero sobretodo a compartir sucesivamente las prácticas aprendidas, los fracasos y los éxitos. Como Quinto Imperio, han sabido brindar confort a su audiencia, poniendo en alto el orgullo de su cultura con sus ritmos cumbia-fusión, el poder de la sensibilidad migratoria, sin discriminar status o generación y el coraje de un mensaje directo y sin censura.

“Hablando de generaciones, la futura y la presente, estamos conectados por esas experiencias de sufrimiento” dice Domínguez. “En algún punto, todos nosotros necesitamos gritarlo a los cuatro vientos, no solo una vez sino muchas más veces. Porque una sola vez no basta, porque una marcha no basta… pero si tenemos la oportunidad de gritarlo varias veces en el escenario, nos mantenemos conectados a distancia. Porque aunque sabemos del sufrimiento actual y que la situación es incierta. Lo único real es el sabernos juntos. Nuestra audiencia se convierte en nuestros camaradas, compañeros y compañeras de esta batalla” con estas palabras termina Domínguez la conversación.

Soy un inmigrante mas no un ilegal,
No soy un terrorista a mi me gusta estudiar,
me gusta trabajar, ayudar en la comunidad.
Somo estudiantes, maestros, médicos e ingenieros
haciéndola de albañiles, conserjes, meseros, jardineros
no somos amenaza para esta nación.
Somos parte del pasado, presente y futuro pese a cualquier objeción