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Actitud Juvenil

6 August, 2018

Dicho a que el presente dossier es dedicado a la juventud, Contratiempo no solo consideró reunir las opiniones de nuestros expertos y académicos, sino que también era elemental reunir las experiencias y la voz de nuestros jóvenes hoy en día. El siguiente grupo de testimonios, escritos por muchachos de entre 20 a 23 años, da cuenta de sus vivencias, deseos y logros.

Ilustraciónes por: August Abitang

Gerardo Salgado-Flores,

22 años, Chicago

 

Me llamo Gerardo Salgado, tengo 21 años y he vivido en dos vecindarios en la zona metropolitana de Chicago, Hermosa y La Villita. En ambos abundan la cultura hispana y los restaurantes mexicanos. En la primera década de mi vida viví en Hermosa, al norte de Humboldt Park. Después de que cumplí 10, me mudé al sur a La Villita. Sin saber por qué nos habíamos mudado, me sentía feliz y a la vez preocupado por tener que ir a una nueva escuela con nuevos amigos, calles y vecinos desconocidos.

En Hermosa, me sentí como en casa, me hice amigo de un montón de gente, si bien muy consciente de mi entorno. Mi familia era muy pequeña cuando era pequeño, y se llevaba bien con la comunidad e incluso con los pandilleros. Se sentía bien poder comunicarme y contrastar con lo que el público consideraba la “gente mala”;. Nos sentimos parias con pertenencias en Hermosa.

Mudarme al Sur significaba que tenía que hacer amistad con otra familia. Fue muy difícil en los primeros meses, pero pude congeniar con un grupito de grafiteros. No eran nada oficial, pero los sentía familia; de hecho nos convertimos en una familia. Eran chicos de KNC. Al pasar de los años, unos entraron de lleno a la vida de pandilla, otros se fueron a trabajar para formar una familia, y el resto fue a la universidad. Desafortunadamente, uno de ellos murió de un balazo.

Ese momento fue un parteaguas: a partir de ahí todos en mi pequeña familia cambiaron sus vidas para siempre. Nos dimos cuenta de que no todo era un juego y no todos tendríamos una segunda oportunidad. Deshicimos el grupo y cada cual hizo su vida. Dos de nosotros son ahora policías en Chicago, yo empecé a trabajar en mi arte, descubrí nuevos pasatiempos y me dediqué a nuevas tareas. Ahora estudio Bellas Artes en Fotografía y Medios Digitales en el Harold Washington College, y espero un buen día reflexionar con otros sobre mis acciones y las decisiones y oportunidades que encaramos en nuestra vida cotidiana.

 

Jennifer Galán,

21 años, Chicago

 

Como beneficiario de DACA, me enoja que el presidente? se haya atrevido a tocar el programa. Esta decisión irracional y abrupta me va a afectar personalmente, puesto que pondrá mi futuro en peligro, y perderé un número infinito de oportunidades. Por otra parte, ya siento los efectos en mis estudios. No estaba mentalmente preparada para esto.

Además, mi familia estaría separada; no podré viajar fuera de los Estados Unidos en caso de emergencia como antes con el permiso de viaje (Advance Parole), que me daba una sensación de alivio y esperanza. Todavía tengo familiares en México: mi padre y mi hermano, a quienes no he visto en más de catorce años. Con esta presidencia, a veces siento que el día de verlos nuevamente se desvanece en esta era oscura en la que estamos viviendo.
Este permiso de viaje quedó eliminado de DACA automáticamente cuando el Presidente tomó posesión. Nosotros, los estudiantes afectados, hemos pasado casi toda la vida en Estados Unidos, y me llena de ira la percepción de que somos delincuentes, cuando todo lo que hacemos es ir a la escuela, trabajar, conducir, viajar, y compartir con la familia y amigos.

Perseguimos el sueño que nuestros padres querían para nosotros cuando nos trajeron a Estados Unidos. Queremos que se nos considere igual que cualquier otro ser humano nacido en el país: en efecto, queremos igualdad, respeto y dignidad.

Vivir siempre nos cuesta el doble de esfuerzo, como por ejemplo yo, estudiante en el Harold Washington College, no tengo acceso a ningún tipo de ayuda federal. Por lo tanto, mis planes siempre dependen de que esté al pendiente de becas y fondos adaptados para indocumentados, los cuales son muy competitivos y escasos. También trabajo entre clases y hago pasantías en mi tiempo libre. Me llamo Jennifer Galán y me gustaría que me viera como estudiante indocumentada fuerte y sin miedo, que siente esperanza por esta generación y la siguiente.

 

Oscar Pérez,

21 años, Chicago

 

Hola, me llamo Oscar Pérez, tengo 21 años de edad y crecí en el Sur Chicago, en la comunidad predominantemente hispana de La Villita. Me obsesiona la tecnología, y siempre estoy al tanto de los últimos gadgets y acontecimientos. En mi tiempo libre juego muchos videojuegos en mi Playstation 4 y en mi computadora. También me encanta leer manga, ir a conciertos, pasar tiempo con mis mascotas y dibujar. De pequeño me pasaba gran parte de mi tiempo delante de una pantalla, navegando en Internet.

Recuerdo cuando creé mi perfil de Facebook hace años y le dediqué tantas horas a personalizarlo. Después entré en Twitter, Instagram, Tumblr y muchas más redes sociales, formando una comunidad de personas de todas las edades, desde ancianos hasta jóvenes, amigos, familiares y seguidores, para compartir fotos y experiencias instantáneamente con ellos. Me fui acostumbrando al rápido avance de la tecnología y las telecomunicaciones, que me dejaron fascinado con el mundo digital.

Siempre he estado conectado con la tecnología inalámbrica: smartwatches, auriculares, controladores de juegos y transmisión en vivo de vídeos, y gracias a la nube podía guardar mis archivos, y tener acceso a ellos desde cualquier lugar, sin un USB tradicional. En ocasiones, mis padres me preguntaban sobre estos intereses, y fue una gran experiencia de aprendizaje para mi familia la introducción a estos cambios e innovaciones, disfrutando de las transmisiones de fútbol en Chromecast. Y aunque yo era el experto en tecnología de la familia, y mi familia se enorgullecía de mi creciente curiosidad, yo apenas era principiante.

En los últimos años, nos hemos vuelto más dependientes de la tecnología, de la comodidad que representa y la información que ofrece. Recuerdo tener que caminar hasta la Biblioteca Toman para leer un libro, y ahora, en cuestión de segundos, una simple búsqueda en Google produce miles de resultados. Las funciones cotidianas se han digitalizado: puedo documentar mis caminatas diarias con mi SmartWatch y ordenar productos en Amazon o Ebay. La Internet se iba integrando progresivamente a la vida cotidiana, y yo estaba más que dispuesto a incorporarla de lleno a la mía.

¡Hasta la próxima!

 

Susana Cárdenas – Soto,

20 años, Chicago

 

Testimonio #YoTambién:

Sí, yo también. Yo también. Incluso como sobreviviente de agresión sexual, acoso sexual, y violencia de pareja, #YoTambién se ha convertido en una frase que ya casi cansa. ¡Sí, yo también! Sí, muchos otros. La incidencia de abusos siempre ha sido aterradora, y ahora pareciera que no tenemos ningún respiro, escuchándola una y otra vez. En los últimos años, la atención que se le ha dedicado a la violencia íntima/sexual ha llegado casi a ser una moda, incluido el uso cotidiano y variado del famoso hashtag. Este movimiento enfocado en responsabilización y reconciliación, es tan poderoso como es desalentador: es empoderador porque mi historia y las historias de otros pueden ser oídas; porque es esencial que los supervivientes cuenten con el apoyo no solo de sus seres queridos, sino del mundo; porque después de mi primera agresión, nunca imaginé que alguien se enteraría.

Desalentador porque quiero que estas experiencias signifiquen más allá de un hashtag; porque prefiero ver un cambio de política a un tweet; porque preferiría ver personas que responsabilicen realmente por sus acciones a sus seres queridos y las personas que admiran.
Preferiría ver un cambio real y efectivo a una manada de celebridades vestidas de negro en "solidaridad". El trabajo de solidaridad, el activismo y el cambio social, requieren de mucho más
que de popularidad.

Aún así, me siento confundida. Busco desesperadamente una forma de resolver estos problemas, y no sé cómo. La lucha para superar mi trauma se asemeja a mi lucha en la sociedad: no encuentro respuestas, sino distintas formas de abordarlo para vencerlo.
#YoTambién. Me agredieron sexualmente dos veces cuando tenía 17 años. Cuando tenía 18, fui acosada y acechada. Sigo pensando para vencerlo.

 

Sebastián A.,

23 años, MéxicoChicago

 

Es difícil hablar sobre los memes. Seguramente ya habrá bastante discurso formal implicando conexiones entre los memes y el subconsciente colectivo de los jóvenes de hoy, gente que creció tanto en el mundo real como “en” el internet. Sin embargo no me interesa hacer un análisis formal de ese estilo. Los memes no se pueden “explicar” ya que son un fenómeno visceral que solo se siente en el momento de presenciar un nuevo trend y seguirlo hasta su inevitable fin.

Cualquier intento de entender los memes mirando desde afuera hacia adentro tendrá que fallar porque sobresalta un aspecto esencial de ellos: los memes no se entienden sin el contexto de los demás memes que lo preceden. es decir, son difíciles de explicar a alguien que no ha sido expuesto a otros memes y que no conoce el humor. Es como explicarle un “inside joke” a alguien que no estuvo ahí para vivir el momento original; sin contexto pierde la gracia, y ya no tiene chiste. De tal forma, un meme es como un “inside joke” que se comparte con una comunidad enorme.

Lo interesante es que esta comunidad puede deformar y voltear la imagen original hasta hacerla casi irreconocible. De ahí me parece que viene el aspecto surreal de los memes, pues se remezclan hasta que casi no se pueden reconocer. La forma y la rapidez con que cambian parece hasta tener una calidad orgánica, un reflejo ingobernable del humor colectivo en el internet. más allá del humor, los memes son una unidad de cultura.