Catalina Maria Johnson

Catalina Maria Johnson

Un violador en tu camino: El performance de LasTesis en Chicago

17 February, 2020

U n frío sábado de diciembre del año pasado, un grupo de aproximadamente cien mujeres nos congregamos alrededor de las caras enormes proyectadas sobres los pilares del famoso Crown Fountain en el centro de Chicago.
Muchas traíamos pañoletas verdes enlazadas a diversas partes del cuerpo, —tobillos, cuello, muñecas— una chica iba repartiendo tiras de encaje negro, con las que nos vendamos los ojos. En el gris nublado de la mañana, en el que resaltaba el color rojo del lápiz labial que encendía nuestras sonrisas; después de un breve ensayo, formadas en filas, nos empezamos a mecer de lado a lado al compás de tambores que tocaban músicos a nuestro lado, y comenzamos a cantar, a coro gritado y en conjunto, retumbaban nuestras voces:

“El patriarcado es un juez, que nos juzga por nacer.
Y nuestro castigo, es la violencia que no ves”

 

En cada momento de silencio que marcaba las pausas entre frase y frase, se añadía un gesto en signo de puntuación — un‘

 

“Es femicidio…
            (sentadilla)
Impunidad para mi asesino…
            (sentadilla)
Es la desaparición…
            (sentadilla)
Es la violación…
            (sentadilla)

 

Estábamos reproduciendo en Chicago el performance creado por LasTesis, colectivo feminista chileno de Valparaíso, quienes idearon el canto y la coreografía como parte de una serie de intervenciones callejeras. Lastesis está integrado por Lea Cáceres, Paula Cometa, Sibila Sotomayor y Dafne Valdés. Cáceres diseñadora de vestuario, Valdés y Sotomayor trabajan en teatro y Cometa es diseñadora y profesora de historia.

“Un violador en tu camino” fue interpretado por primera vez por apenas varias decenas de mujeres frente a la Segunda Comisaría de Carabineros de Chile en Valparaíso a mediados de noviembre de 2019. Una segunda versión, llevada a cabo por más de dos mil mujeres chilenas el 25 de noviembre de 2019 en conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, fue grabada en video y a los pocos días, se volvió un fenómeno viral y multitudinario a través de las redes sociales.

“Un violador en tu camino” y las obras del colectivo en general, se presentan sostenidas en diversas tesis feministas—-de ahí, el nombre del colectivo, ya que LasTesis buscaba crear un recurso artístico que permitiera comunicar teoría feminista a través de la puesta en escena. En este caso, la piedra angular del performance es el texto La guerra contra las mujeres, obra de la antropóloga argentina Rita Segato, quien llevó a cabo una investigación en cárceles de Brasil con violadores condenad  os y descubrió que son pocos los casos de violación cuyos motivos sea satisfacer un deseo sexual; más bien, el acto violento sexual tenía el propósito de devolver a “su lugar” a una mujer o cuerpo feminizado, una forma de castigo. Una lección.

ductiva; la venda negra sobre los ojos, recuerda a los más de trescientos individuos que han sufrido lesiones oculares en las protestas chilenas a raíz de los disparos intencionales de la policía hacía sus caras; el nombre del performance, surge de la frase “Un amigo en tu camino”, lema utilizado en campañas publicitaria a favor de los carabineros chilenos durante la década de los noventa.

Pero hay dos gestos que tienen un sentido universal y una fuerza escalofriante: Primero, elevar el dedo índice que apunta y denuncia al criminal: “El violador eres tú”. Segundo, una jubilosa danza, libre y feroz, que se desencadena en gritos con un meneo libre y audaz
al compás de estas palabras: “¡Y la culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía!”

En escasos días, el performance chileno se volvió referente mundial y un ícono performativo para la década. Se ha reproducido en ciudades como París, Ciudad de México, Estambul, Roma, Madrid, Bogotá, Chicago, Nueva York, San Juan e inclusive hasta en el mismo Estadio Nacional de Santiago de Chile en el que pereciera Víctor Jara, con más de diez mil participantes.

En cada geografía, el tema se ha adaptado a las correspondientes necesidades y realidades de la región con leves ajustes en letra y en la coreografía. En la India agregaron el verso: “en el nombre de la casta, en el nombre de la religión, desaparecemos, somos explotadas, llevamos la peor parte de la violación y la violencia en nuestros cuerpos”
En Estambul, hubo mujeres detenidas por representar el performance en la calle, por lo que un grupo de diputadas, en señal de protesta, sentadas y golpeando sobre sus escritorios a manera de tambores, alzaron sus voces en el canto chileno, pues no había manera de detenerlas ya que cuentan con impunidad parlamentaria. “El estado opresor es un macho violador”.

Y en Nueva York, con el motivo del juicio de Harvey Weinstein, el performance se reprodujo con un centenar de mujeres frente al edificio de la corte suprema estatal, y se escucharon los cantos desde la sala del decimoquinto piso donde se encontraba el ex-magnate de Hollywood con sus abogados, eligiendo el jurado: “El violador eres tú”
A pesar de su inmenso impacto viral, es todavía muy pronto para poder valorar la importancia a largo plazo de estas intervenciones feministas mundiales; no sabemos todavía si tendrá un efecto perenne este performance que nació al concluir una década que también vio surgir el movimiento de “me too”.

Más tenemos la esperanza que al fin de la década actual, nos demos cuenta que con los performances de LasTesis, surgió un movimiento mundial en el que empezamos a compartir un lenguaje y un discurso feminista global, sustentado en tesis fundamentadas, en el que cada quien, desde su territorio, forjó un dialecto propio y con su debido acento regional gritó un contundente “¡Hasta aquí!”.

Entretanto, sigamos con la firme convicción de que armadas de danza, arte, música, creatividad y comunidad, sin duda triunfaremos contra los violadores que se pongan en nuestro camino queriendo impedirnos un futuro mucho más libre y seguro que el presente.

 

 

 

 

 

 

 

Performance de “Un violador en tu camino” en Chicago. Fotos cortesía de Catalina Maria Johnson